Un aspecto curioso del lenguaje es cómo una lengua, un pueblo, puede tener muchas palabras para algo que en otro se expresa con un solo término. Por ejemplo, los san (o bosquimanos) para algo que nosotros resolvemos con el verbo «llevar» tienen distintas palabras, distinguen entre llevar un niño en la cadera o a la espalda, llevar algo apretado contra el pecho, colgando de un palo sobre el hombro, apoyado en el hombro, colgado del hombro por una correa, con una correa cruzada por el cuerpo, con dos correas pasadas por los hombros, sobre la cabeza, llevar un contenedor de líquido o llevar un animal con la cola hacia arriba. Ya son raros, pensaremos, pero es que son un pueblo nómada que tiene que saber con exactitud cómo se transporta qué.

Sin embargo, es posible que ellos solo tengan una palabra para los zapatos mientras nosotros distinguimos entre alpargatas, chancletas, mocasines, sandalias, esclavas, escarpines, zapatillas, deportivas, botas, náuticos, botines, estiletos, oxford, bailarinas, peep toes, de cuña y hasta «letizios». ¿Qué pensaría un bosquimano de esta  colección de palabras? Que somos raros, raros, raros.