Christa Wolf es una escritora alemana (de la antigua Alemania Oriental) que pasó casi un año en Estados Unidos, concretamente en Santa Mónica, Los Ángeles, realizando un proceso de investigación. Allí fue donde tuvo noticia de la campaña de desprestigio que se desató contra ella en la prensa alemana.

Tras la reunificación de Alemania, una ley permitió que los «expedientes» que la RDA tenía archivados con detallada información de las actividades de sus ciudadanos fueran públicos, lo que propició que la prensa arremetiera contra Christa Wolf acusándola de «informadora». Fue una acusación injusta y descontextualizada que hizo mucho daño a la escritora alemana y que fue denunciada por otros escritores como Günter Grass o Heiner Müller.

En una obra que es considerada su legado literario, La ciudad de Los Ángeles o El abrigo del Dr. Freud, Christa Wolf recuerda ese tiempo y se hace esta curiosa reflexión:

«Lenguaje. Poco a poco pude empezar a meditar sobre las diferencias entre el inglés y el alemán, a pesar del uso reducido que yo podía hacer del inglés. Pensé con cuánta más facilidad podría decir: I am ashamed, que Ich shäme mich, me da vergüenza, cuánto más se acercaba el alemán, aun con las mismas palabras, con el mismo significado de las palabras, a las raíces de mis sentimientos, se deslizaba hasta ellas, las rodeaba, las alimentaba, pero también las penetraba dolorosamente, así, en efecto, la palabra inglesa «pain» nunca podría designar para mí el dolor que me afectaba a mí, it is painful podría decirlo yo con la mayor tranquilidad de espíritu, a la ligera, como se dice una mentira, pensé, mientras que rompo a sudar ante la idea de tener que decir: Es tut weh, y pensar al mismo tiempo en la causa de mi dolor. (…) Y de qué me iba a servir traducir «Reue» -arrepentimiento- con «Bedauern» -lamentar-, o sea, expresar «ich bereue» con «I regret»: He (or she) regrets what he (or she) has done. Me arrepiento de lo que he hecho. O no he hecho. Eso solo funciona en alemán. Tal vez porque se trate de acciones u omisiones alemanas, pensé. La lengua extranjera como escudo, o también como escondite.»

Curioso, ¿verdad? hasta qué punto algunas palabras están unidas a su significado, hasta qué punto está anclado nuestro lenguaje materno en la raíz misma de nuestra identidad como personas.