El lenguaje tiene estas cosas: cuando piensas que está muerto, resulta que se levanta y anda. ¿Milagro? Pues casi.

El papa Benedicto XVI, como todos ustedes saben, presentó ayer su renuncia y lo hizo en latín. En latín sí, nada extraño tratándose de la Iglesia, pero curioso tratándose de una audiencia pública que ante tamaña decisión sin precedentes se quedó tan pancha porque no le entendió.

Pero he aquí que una de las periodistas que le escuchaba sabía latín (no en sentido figurado) y corrió a dar la noticia. Bien podría haber ofrecido la exclusiva a su medio porque nadie más de los allí presentes se había enterado de semejante bomba informativa, hasta que ella se empezó a preguntar en voz alta: «¿renuncia?, ¿el Papa renuncia?»

Muero de ganas de saber por qué esa periodista sabía latín con nivel suficiente como para entenderlo hablado. Hasta el momento sólo sé que es italiana y que no cabe en sí de contento.

Para que luego digan que esto del lenguaje no es entretenido y de rabiosa actualidad.