Si el mundo de las lenguas es vasto y complejo, así es también el área de nuestro cerebro que alberga el lenguaje. Un ictus puede provocar que una persona pierda la capacidad de expresarse por completo o puede ser que conserve la facultad de escribir pero no de hablar, o que pueda articular palabras pero sin saber exactamente el significado de lo que dice. También se conocen casos en los que se pierde el conocimiento de una segunda lengua pero no el lenguaje materno.

Recientemente, El País Semanal publicaba un reportaje sobre Edwyn Collins, cantante del grupo Orange Juice. Edwyn sufrió hace ocho años dos ataques cerebrales que afectaron seriamente y entre otras cosas, a su capacidad lingüística. Su trastorno recibe el nombre de disfasia, que es la pérdida parcial del habla. Después de los ataques Edwyn Collins ha aprendido de nuevo a hablar y a escribir, aunque con serias dificultades para expresar adecuadamente lo que quiere decir, le cuesta encontrar las palabras pero sin embargo, no tiene ninguna dificultad para cantar. Es curioso, porque es lo que sucede con las personas tartamudas, que cantando su pronunciación es fluida.

El japonés tiene un sistema de lectura silábico (kana) y otro ideográfico (kanji) y sucede que si un hablante japonés sufre una lesión cerebral en el área del lenguaje, puede ser que no pierda por completo su conocimiento de la lengua sino que olvide sólo uno de los dos sistemas, lo que significa que puede seguir leyendo y escribiendo en el otro. Los japoneses siempre han sido un pueblo muy adelantado.