Hoy les traigo aquí un chiste entre gramático y de humor negro. Está tomado de «El arca de las palabras» de Andrés Trapiello.»Sucedió cierto día a un sargento de la Guardia Civil de Trafico y al numero que le asistía. Levantaban acta de un atroz accidente de coches. Dictaba el sargento y anotaba el compañero en una libreta. El espectáculo era dantesco, chatarra humeante, chapas arrugadas, el asfalto sembrado de cristales como garbanzos, charcos de gasolina, de aceite, sangre, muertos… El cuerpo de uno de estos, horriblemente mutilado, había quedado desparramado en un área extensa. El sargento, avezado en esos trámites, no parecía impresionado. Al contrario. Hacía gala de su sangre fría. Tampoco el número se mostraba mayormente alterado. Buscaba el sargento por los contornos, y le seguía de cerca, como un secretario, el guardia. «Apunte, Carrizales (que así se llamaba): «un pie, en la calzada». Daba unos pasos el sargento, y añadía: «Apunte, brazo derecho, en la calzada»… Y así con otros tristes despojos, hasta que al fin apareció la cabeza: «Anote Carrizales: la cabeza, en el arcén». Hubo un silencio, y al cabo de un rato se oyó la voz dubitativa de Carrizales: «Mi sargento, ¿arcén se escribe con hache o sin hache?». El sargento dudo unos segundos. Estaba aún junto a la cabeza del accidentado; disimuladamente le propinó un discreto puntapié y dijo: «La cabeza, en la calzada».

La estrategia es fundamental, incluso cuando se trata de ortografía.