¿Se han fijado ustedes lo poco que se utiliza cuyo? A pesar de tener el honor de figurar en el primer párrafo del libro más conocido del castellano, el que empieza con «En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…», a pesar de los pesares, cuyo está siendo relegado al rincón de los trastos viejos.

Cuyo es un  pronombre relativo con valor posesivo que se refiere a un sustantivo que le presta su significado léxico, como suele ir colocado delante se denomina «antecedente» y por esa misma razón funciona, además, como nexo introductor de subordinadas. Como posesivo que es, indica que lo significado por el sustantivo al que precede y con el que concuerda en género y número, pertenece a su antecedente; de ahí que cuyo equivalga a del cual, de la cual, de lo cual, de los cuales o de las cuales. Por ejemplo, «estoy leyendo un libro cuyo autor me encanta».

Cuyo es muy útil por su polivalencia y por su capacidad de síntesis y, sin embargo, en el lenguaje hablado es casi imposible escucharlo y en el escrito su presencia es cada vez más escasa.

Para rellenar el hueco que deja se recurre a dos palabras: que y su. En lugar de decir «se trata de un jugador cuyo regate es magnífico» se dice «se trata de un jugador que su regate es magnífico». ¿Quizás cuyo parece demasiado culto, elitista? No lo sé, pero el caso es que lo estamos dejando de lado a pasos agigantados. Y es una pena.