Yo no sé si a ustedes les habrá pasado que una palabra largamente olvidada les lleve de repente derechitos a la infancia, algo así como el fenómeno de la magdalena de Proust. A mi me ocurrió hace poco con una palabra ordinaria y absurda: asperón.

El asperón era una especie de piedra de arenisca que se utilizaba para fregar los platos y las cazuelas, a veces lo cogíamos en el monte, allí donde había tierra roja. No había oído esta palabra desde hace muchos años, supongo que casi tantos como los que hace que el asperón fue sustituido por el Fairy, pero fue oírla y recordar los anchos campos de maíz y aquella casa rosa con un balcón largo lleno de geranios, mi madre que siempre tenía 33 años y la ropa extendida al sol sobre la hierba.

Un buen ejercicio sería escribir un corpus con las palabras que se quedaron en la infancia de cada uno.