Las sociedades evolucionan y cambian y con ellas cambia el lenguaje. El léxico cambia relativamente fácil con la entrada de nuevos términos de otros idiomas o con evoluciones y creaciones del propio, pero algo tan básico como el género es difícil de cambiar porque afecta a la estructura gramatical del idioma.

Cada vez somos más sensibles a la igualdad entre los hombres y las mujeres y buscamos soluciones que mitiguen el empleo del masculino genérico en castellano. Los políticos llenan sus discursos de «los ciudadanos» y «las ciudadanas» con una solución que se ajusta a la gramática pero que alarga innecesariamente los parlamentos y que, desde luego, es imposible de utilizar en el lenguaje cotidiano.

En su último libro, Miseria y compañía, Andrés Trapiello propone esta opción: «L*s lectores de este libro hallarán aquí también esta estrella o asterisco manipulado, que hemos dado en considerar nueva vocal o vocal doble, tras haber descartado por diferentes razones el empleo de sucedáneos y equívocos, como la arroba, @, o la xuá, ə. El autor, tipógrafo aficionado considera que el uso de un lenguaje inclusivo no es ocioso ni mucho menos nocivo para la literatura escrita ni para la escritura en general. El hecho de que esta * sirva para lo escrito y no para lo hablado, no quiere decir sino que se contenta con ser leída, lo que no es poco trecho en un camino tan largo aún. Y que aquí se emplee tampoco significa que se quiera imponer a nadie, y mucho menos a las instituciones y personas que se crean competentes en este asunto y que vayan a disentir; otras, en cambio, hasta ahora opacas o soslayadas en los textos, serán visibles al fin y lo agradecerán, aunque la literatura no será desde luego mejor por el empleo de la *, pero tampoco peor.» 

¿Cuál es mi opinión? Me deja un tanto desconcertada, no me gusta mucho un signo que no se puede pronunciar aunque si lo pienso bien, tampoco los paréntesis se pronuncian y en cuanto a las comillas, últimamente nos hemos inventado un gesto con las manos para explicar que lo que decimos es «entre comillas». No sé qué concluir, la verdad. ¿Qué piensan ustedes?