«Delicadeza, azarbes, alcándara, percocero, vida opaca, regatón, premideras…, voy anotando en un papel todas estas palabras encontradas al paso en las Confesiones de un pequeño filósofo. De muchas de ellas he de buscar el significado en el diccionario; de alguna, correchero, no lo encuentro. Pero no son tropiezos, al contrario, sino reencuentros con seres vivos que él hubiera devuelto a la realidad. Parecen llegar desde el sosegado alambique de una vida que espera, oculta, la nueva primavera, y de ese modo las tres horas que se ha llevado su lectura es como si, cerrados los ojos, hubiésemos aspirado de esa rosa un perfume finísimo que creíamos extinguido y que nos llega más adentro cuanto más hondo brota».

Trapiello, Andrés: Las inclemencias del tiempo.