Las lenguas son un sistema en el que de una manera u otra se puede expresar todo, aunque esto no significa que en cada lengua haya una palabra que equivalga al significado de otra. Veamos algún ejemplo.

En euskera existe la palabra ahizpa que denomina a la hermana de la hermana; si nos queremos referir a una hermana respecto del hermano, el término será entonces arreba. Ese significado no lo encontramos en castellano, donde si alguien dice «su hermana» no sabemos si es hermana del hermano o hermana de la hermana.

En alemán tenemos otro ejemplo en la palabra torschlusspanik que designa el miedo a que las oportunidades disminuyan a medida que se envejece. ¿Cómo expresar eso en español si no es con una perífrasis? 

Litost es una palabra checa que alude a un estado de agonía y tristeza creado por la visión repentina de la propia miseria. Milan Kundera refiere en una entrevista que ha buscado en vano «en otras lenguas el equivalente de esta palabra porque me parece difícil imaginar cómo alguien puede comprender el alma humana sin ella».

Y sin embargo se puede, se puede comprender el alma humana sin haber escuchado nunca la palabra litost, podemos entender el vértigo de que las oportunidades disminuyan según se envejece aunque no contemos con torschlusspanik o hablar de hermanas y hermanos aunque no dispongamos de la precisión que supone ahizpa

Y es que cuando el idioma no nos proporciona la palabra exacta, encontramos la forma de darle una vuelta de tuerca y utilizar dos o tres o siete palabras para decirlo. Pero lo decimos.