«Muchos hombres primitivos temen decir sus nombres a los extraños. El nombre es una parte de su ser y tratan de evitar que los demás tengan poder sobre su persona al estar en posesión de su nombre. Los sakalava de Madagascar tienen prohibido decir su nombre o el nombre de su poblado a los extraños por temor a que estos hagan mal uso de él. En algunas tribus australianas todo el mundo tiene dos nombres, un nombre general y un nombre especial que únicamente conocen los miembros del mismo grupo totémico. Los araucanos ocultan cuidadosamente su nombre personal a los extraños; en su presencia se los llama por su apellido o nombre familiar. Cerca del lago Tyer en Victoria, los indígenas no mencionan el nombre de otro sino que lo llaman hermano o primo o emplean designaciones como «El Zurdo», «El Pie Pequeño».»
Otto Jespersen.