Hay épocas en la vida en las que uno cree naufragar tras una larga travesía, parece que todo se fuera a ir a pique, que nada siguiera siendo igual. Pero por suerte después de la tormenta llega la calma, uno vuelve a pisar tierra firme, recupera el rumbo y finalmente desembarca en un buen puerto.

Hacerse de nuevo a la mar tras el naufragio puede ser difícil, cómo recuperar el rumbo de la nave, cómo saber si debemos dejar subir a alguien a bordo o seguir solos y no perder el norte de vista. Me viene a la memoria aquella canción que decía:

«Ay, quién maneja mi barca, quién
que a la deriva me lleva…»

Pero la vida sigue y hay que seguir remando, embarcarse en un nuevo proyecto, cortar amarras con el pasado y construir un futuro con los restos del naufragio. Y no olviden ustedes consultar este cuaderno de bitácora de vez en cuando.