En alguna ocasión hemos hablado del sexismo en el lenguaje, de cómo unos términos son positivos si se refieren al varón y negativos si se refieren a la mujer, un ejemplo muy claro es zorro, si se aplica al hombre significa, ‘inteligente, cauto, avispado’ y en su acepción femenina, zorra, viene a significar  ‘prostituta’.

Hoy quiero recoger un término claramente positivo en su acepción femenina con mucho más significado y significados que su equivalente masculino. Me refiero a madre. La propia lengua que uno habla, aquella con la que aprendió a hablar, es la lengua materna, aunque la haya aprendido de su madre y de su padre. Si alguien ha sido muy bueno con nosotros decimos que «fue como una madre para mí». Para designar una gran acometida bélica, Sadam Hussein habló de la madre de todas las batallas y es que la palabra utilizada en árabe, además de madre significa ‘fuente, origen, prototipo’.

Uno puede estar enmadrado o desmadrarse, tener madrina, madrastra o madre de leche, instinto maternal o vocación de matrona. La madre patria es el nombre sentimental que damos al lugar donde hemos nacido y metrópolis, es la ‘ciudad madre’. Los derivados o nombres compuestos son numerosos.  El de madre es un concepto tan importante que resulta lógico que se use en todo tipo de metáforas y, por cierto, ¿quién no recuerda el famoso chiste de Jaimito «Madre no hay más que una»?