Hace unos días han abierto en San Sebastián una tienda de Zara que ha resultado ser la que más ha vendido del mundo mundial el día de su apertura y los dos siguientes sábados. ¿Qué pasa con los donostiarras? Está claro que nos gusta Zara, pero la explicación a esta desmesura está en que al gasto de los oriundos hay que añadir el de los franceses, que desde Baiona, Biarritz o San Juan de Luz cruzan la frontera dispuestos a quemar la tarjeta en Zara.

Y es que San Sebastián, tan próxima a la frontera, ha sido siempre una ciudad abierta a los franceses. Las relaciones, como las de todos los vecinos, han sido a veces amistosas, a veces de guerra encarnizada pero siempre comerciales.

La presencia francesa asentada en San Sebastián fue especialmente considerable en el siglo XIX. Numerosos comerciantes e industriales franceses se establecieron en San Sebastián atraídos por el progreso y el dinamismo que animaban la ciudad, algunos de ellos son recordados todavía hoy, como por ejemplo, la tienda de bicicletas de Comet, la fábrica de productos alimenticios Louit o la joyería Durant.

Esta presencia dejó un rastro indeleble en el lenguaje, últimamente quizá menos, pero no hace mucho era habitual decir merci, en lugar de gracias, de hecho en Zarautz, a unos 40 kilómetros de la frontera, escuché un día decir en una tienda: «Así que merci denetikan»*, una frase preciosa que en cuatro palabras contiene tres idiomas.

La siguiente coplilla integra también castellano, euskera y francés en un batiburrillo que nos indica hasta qué punto las tres lenguas eran chapurreadas por los habitantes de Donosti:

«Muxiu Angulé / batian parlez vous / en campaña no ha habido / un muxu como tú». La coplilla está en castellano, euskera y francés y es profundamente irónica. Su traducción es: «Señor de Angulema / una vez dijiste / que en campaña no ha habido / un semblante como el tuyo».

* Así que gracias por todo.