Que aunque el río sea el mismo, el agua siempre es distinta; que lo que hoy llamamos barbarismo, mañana será un término culto. O no. Pero la historia se repite y cada uno pensamos que la inventamos.
«Todo crecimiento, todo uso nuevo se origina en la iniciativa individual; pero no todo lo nuevo logra aquella aceptación que es prenda de vida duradera. Como con la imaginación nos traslademos al tiempo en que empezaron a formarse nuestras lenguas romances, veremos que cada innovación que apuntaba hubo de tildarse de barbarismo por los que querían conservar la pureza de la lengua latina (…)
«Pero aquellas formas é (sic) infinitas más, tenidas por barbarismos mientras eran consideradas como meros efectos del impulso individual, se tomaron después por norma, y extendiéndose en el tiempo y en el espacio, produjeron la gran transformación que dio por resultado las lenguas que hoy hablamos.»
R. J. Cuervo: Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana, (comenzado en 1872).
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