«En el año 1870, republicanos españoles, contrariados por el hecho de que las Cortes Constituyentes hubieran votado la Monarquía como forma de gobierno, promovieron numerosos disturbios, motines y algaradas.
Un día la sedición estalló con violencia en una populosa capital levantina, cuyo gobernador -hombre de escasa instrucción, pero de gran energía- consiguió sofocar rápidamente. El gobernador telegrafió al ministro de la Gobernación, don Nicolás María Rivero la buena noticia y le anunció que le escribía, dándole detalles de su gestión. La carta, muy defectuosa de redacción y de ortografía terminaba así:
«Como digo al señor ministro, hayer dominé la situación, que se presentó dificultosa; si oy se repitiera, que no lo espero, el motín quedaría sofocado en el acto».
Don Nicolás María Rivero contestó a su subordinado, felicitándole por su actuación y ofreciéndole una recompensa; pero al final le decía: «No quiero concluir sin darle un consejo que le será útil seguir: la hache es una letra muy moderna; no es de ayer, es de hoy.»
Iribarren, José María: El porqué de los dichos
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