David George Haskell se sienta cada día durante un año en una piedra ante un metro de bosque. Algunos días llueve, otros hace frío, otros el sol calienta su cuerpo. Allí en ese breve espacio del mundo sucede todo y no pasa nada, caen las hojas, se afanan las hormigas, surge el aroma de la tierra húmeda… Es un libro apasionante que empieza así:

«El año nuevo empieza con el deshielo, y el olor húmedo y denso del bosque me inunda el olfato. La humedad ha hinchado el manto de hojas caídas que cubre el suelo y suculentos aromas foliares invaden el aire. Dejo el sendero que baja por la ladera del bosque y rodeo una peña del tamaño de una casa, erosionada y llena de moho. Al otro lado de una hondonada poco profunda en la ladera de la montaña veo mi punto de referencia: una roca alargada que sobresale de la hojarasca como una pequeña ballena. Ese bloque de arenisca delimita un borde del mandala.

Solo me lleva unos minutos atravesar el pedregal rocoso y llegar a la roca alargada. Paso junto a un gran nogal americano y apoyo la mano en las tiras grises de la corteza: el mandala está a mis pies. Lo rodeo hasta el otro lado y me siento en una piedra plana. Después de una pausa para inspirar el aire cargado de aromas, me pongo a observar.»

Haskell, David George: En un metro de bosque. Un año observando la naturaleza.