Está claro que esta expresión se refiere al equipo de fútbol de Alcoy pero ¿de dónde viene?

Como en toda leyenda urbana, se barajan varias versiones, pero la esencia de la anécdota es más o menos esta: el equipo de fútbol de Alcoy perdía por una monumental goleada en un encuentro decisivo. El árbitro, con su mejor intención, quiso acortar la agonía del Alcoyano pitando el final del partido poco antes de cumplirse el tiempo reglamentario, pero los alcoyanos se negaron porque querían seguir luchando por una remontada imposible.

La victoria del Alcoyano ese día no fue la del partido, que perdió irremediablemente, sino que su nombre se asociase en el futuro con la perseverancia, el tesón y el espíritu de lucha a la vez que, sí, también, con un optimismo desmedido.