No sé si es muy políticamente correcto que en un blog de lengua les explique cómo construir un insulto, pero es que es un tema que me hace mucha gracia. No fue mi impresionante intelecto el que dio con la idea, sino que se la debo a Elena Álvarez Mellado, lingüista intrépida de Molino de Ideas, una empresa que es mucho más que un negocio y que se dedica a la traducción, la investigación en tecnología del lenguaje, la edición, los diccionarios y, sobre todo, al entusiasmo por la lengua.

Pues bien, a lo que íbamos, para construir un insulto, uno original, no tenemos más que tomar un verbo en tercera persona del singular y añadirle un sustantivo en plural, como por ejemplo, abrazafarolas, desgarramantas cantamañanas… ¿Han visto qué fácil? No me digan que no son unos insultos preciosos y de lo más descriptivos.

Y, por cierto, en un artículo de Santiago González acabo de encontrar uno que desconocía: trotacapillas. Me lo quedo.