El origen de la palabra mirón, en inglés Peeping Tom, es tan bonito que se lo voy a contar a ustedes.

Lady Godiva, compadecida ante la pobreza de sus siervos, aceptó el desafío lanzado por su marido, el conde Chester, señor de Coventry. Bien, querida, le había dicho él harto de sus súplicas, si tanto te compadeces de nuestros vasallos, está en tu mano hacer algo por ellos. Si tú te paseas desnuda por nuestras tierras, yo bajaré los impuestos.

Pero he aquí que el noble y avaro caballero no conocía el arrojo de su esposa, porque Lady Godiva no lo dudó un momento. Conocida la situación por los vecinos, estos prometieron permanecer en sus casas con las ventanas cerradas para evitar a su señora la vergüenza que le podría causar su desnudez.

Sin embargo, el sastre Peepping Tom, ante la belleza de la condesa consorte, no pudo contener el impulso de comprobar cómo luciría su figura desnuda, si ya vestida era tan hermosa, y se asomó a la ventana. Pero el desacato le costó caro, cuenta la leyenda que una repentina ceguera sobrevino al sastre, quien ya no pudo volver a desarrollar su trabajo. A partir de ese momento su nombre se convirtió en sinónimo de mirón.

Nadie del pueblo vio desnuda a Lady Godiva, y quien la vio fue lo último que vieron sus ojos. No me digan que no es una historia preciosa.