«No es fácil hacer membretes y rótulos comerciales. Uno de ellos es precioso. Se ve el grabado de una locomotora arcaica, con su humo y todo, y debajo, Cosarios diarios. Lo que hoy llamaríamos una empresa de transportes, que, en letras grandes, aclara que fue «Antigua de Recuero y Villeta. Hoy de Requemo y Frende. Jerez, Cádiz y Sevilla». Tendría gracia que el hombre que tenía ese negocio de portes se llamara Recuero, que es, como se sabe, el nombre de los que tenían recuas y hacían transportes de cosas, y de ahí también lo de cosario. El alzarán o lo que sea lleva a mano, con letra del oficial amanuense, la razón: «Por la suscripción del Diario de Cádiz en el mes de la fecha», que era la de noviembre de 1911. La palabra cosario es bonita, y la guardo como el que ha pescado también un choco. Es más, acabo de decidir que se lo pondré como título a uno de estos cuadernos. Se lo he enseñado a M. con la mayor ilusión y me dice comprensiva: «Te pasas la vida como los traperos, reutilizando cosas que encuentras por ahí», dignificando mi condición con una gran frase de Benjamín. Y en realidad eso es lo que hace uno en estos cuadernos, traer cosas de todas partes a ellos, y a diario, porque lo hace cada día. Reunidas para el día del Juicio Final, el de su Resurrección».
Andrés Trapiello: Seré duda
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