Todos aquellos a los que nos gusta el lenguaje le debemos mucho a Fernando Lázaro Carreter, por supuesto por sus estudios lingüísticos, sus libros de texto y sus investigaciones gramaticales, pero por encima de todo, por sus artículos periodísticos. Con ellos consiguió que una gran cantidad de lectores, ajenos a priori a este mundo, se interesaran por el lenguaje.

En una de mis pesquisas bibliotecarias me he encontrado con esta cita que me ha parecido deliciosa:

«Y puesto que nos hemos metido en los agrestes predios municipales, bueno será recordar la gran lección idiomática que el duque de Alba ha propinado al alcalde de Sevilla. Según la noticia de la prensa, el premier hispalense se enfadó muchísimo con el duque porque éste puso en duda la plenitud de sus facultades culturales. Y lo castigó despojándolo de un cargo -sin sueldo- del Ayuntamiento, diciendo a los periodistas que lo «había cesado» por el desacato. A lo que Jesús Aguirre, que corta un pelo en el aire con el filo de su humor, hubo de rectificarle advirtiendo que lo «había sustituido», porque cesar es verbo intransitivo y no se puede cesar a nadie. Con lo cual, volvió a darle al alcalde en la matadura de la cultura. Gloriosa victoria para la lengua castellana la que habría tenido el duque de Alba con esta pica puesta en el Flandes del lenguaje municipal, tan rebelde, si políticos, escribidores y habladores se enteraran de que uno puede cesar, es decir, dejar de desempeñar un cargo, pero no puede ser cesado, sino destituido.»

Una cosa que quiero aclarar es que el Diccionario de la lengua española de 2014 consideró correcto el uso del verbo «cesar» como transitivo, es decir, ahora el duque de Alba sí podría ser cesado, pero no en el momento en el que se describen los hechos. Me ha encantado eso de «cortar un pelo en el aire con el filo de su humor», genial nuestro Lázaro Carreter.

Fernando Lázaro Carreter: El dardo en la palabra, 1997.