Las bibliotecas son un lugar que me fascina. Cuánta sabiduría almacenada en sus anaqueles, cuánta imaginación volcada en palabras. Líneas y líneas de emociones que cuentan que en Perú alguien se puede enamorar exactamente igual que en un lugar de La Mancha. En la biblioteca encuentro aventura, vidas que pasaron pero que están allí escritas esperando a que alguien las lea, hazañas de hombres y mujeres fuertes, existencias miserables que nos conmueven, países que se disolvieron en el tiempo de la historia, paisajes magníficos que nunca veremos con los ojos, tesoros inesperados que a veces me puedo llevar a casa.
Una biblioteca es un paraíso en el que disfrutar del uso de la razón, de nuestra capacidad de reflexionar. Disfrutamos del lenguaje, de una frase perfecta, de la construcción de una ideología, de una creación insólita. Leer nos ayuda a comprender lo diferente, nos alimenta en la penuria y nos consuela en el dolor.
Cuántos pensamientos ajenos que nunca se me ocurrirían están ordenados en las baldas de una biblioteca, cuántos mundos por descubrir en sus libros, cuántas promesas sin desvelar. Y entre los que allí nos recogemos, se extiende una especie de intimidad compartida que sumerge a cada uno en el libro que lee. Solos y acompañados a la vez.
Comentarios
Precioso comentario. Las bibliotecas están destinadas a convertirse en museos o en apacibles salas de estar municipales. Hace poco me pasaron un pen-drive con 15.000 libros, pero los hay con mucha mayor cantidad. Para acceder a semejante patrimonio cultural no es preciso desplazarse a ningún lugar: lo puedes llevar en el bolsillo. Cosas de las nuevas tecnologías, nos aportan innumerables ventajas… pero ponen en jaque a la prensa, a las librerías y a las bibliotecas. Por eso tiene más valor este post.
Un aspecto tangencial de tu comentario, M.C., es que en las bibliotecas se pueden leer o se pueden tomar prestados los libros sin pensar que estás actuando como un pirata, mientras que si te bajas un libro sin pagar por él, se supone que estás haciendo uso de ese bien cultural de forma ilegal (siempre que no sea un clásico ya libre de derechos de autor, claro).
Muchas gracias por el comentario.