Hay palabras que se resisten a desaparecer. Si hay otra que les hace sombra y les roba el significado, dan un golpe de cadera et voilá!, aquí estoy, me reinventé. Tenemos algunos ejemplos en parejas de palabras, una heredada del latín y la otra del árabe, que se refieren a un mismo concepto. Por ejemplo, la palabra aceite es de origen árabe, mientras que el término óleo es de origen latino. Originalmente, ambas querían decir lo mismo (la sustancia oleosa), pero cada una de ellas se ha especializado en un sentido: una para la sustancia comestible y la otra para referirnos a la pintura grasa.

Con aceituna y oliva ocurre otro tanto, son dos palabras (una de origen árabe, otra de origen latino) que designan el mismo fruto, aceituna es más frecuente que oliva (aunque el uso varía por zonas), salvo cuando hablamos de aceite: en ese contexto suele ser raro hablar de aceite de aceituna y preferimos decir aceite de oliva.

Alacrán y escorpión constituyen otro interesante doblete árabe-latín: alacrán es la forma árabe mientras que escorpión es la palabra latina. Si tienen mala suerte y se encuentran con un escorpión, pueden después alardear de que primero les atacó un escorpión y luego un alacrán, despertarían el asombro y no estarían engañando a nadie.