«Sobre sexo no pueden escribirse, al menos en literatura, más que tonterías, porque siempre acaba uno queriendo hacer pasar el suyo propio o el de sus amistades más cercanas como patrón para el de los demás, así que lo mejor es proceder de la misma manera que Cervantes y Tolstoi. El primero no lo menciona en la más importante novela de amor que se ha escrito (Don Quijote), y el segundo tampoco en la más importante novela de desamor (Ana Karenina). Claro que siempre estarán aquellos que digan que no se ha de confundir sexo y amor. En efecto, nunca han dejado de ser la misma cosa.»

 

Andrés Trapiello: El arca de las palabras