No me gusta releer, no sé muy bien por qué. Tengo miedo de que los libros que me gustaron mucho ya no lo hagan tanto y los que no me gustaron, para qué volverlos a leer. Sólo he leído varias veces los libros sobre los que tenía que entregar algún trabajo cuando estaba estudiando. Por eso me ha sorprendido tanto verme releyendo uno de los diarios de Andrés Trapiello.
No puede haber un libro en donde pasen menos cosas ni puede haber tantos libros, como los tomos de su Salón de Pasos Perdidos, que se parezcan tanto. Asiste uno a su soledad de escritor, a los días de solaz en Las Viñas, le acompaña en los bolos que echa por esta España nuestra y se asoma el lector a su vida familiar. Y con esos mimbres escribe Trapiello unos libros que espero con ansiedad y que, a falta de un tomo nuevo, releo con extrañada afición. Si no sonara tan frívolo y fuera de contexto podría una preguntarse eso de «Mama qué será lo que tiene el negro».
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