Tengo un lector extraño y retorcido que le saca punta a todo. Me halaga que me lea y mucho más que me envíe su opinión pero todo tiene un límite y confieso que a veces si lo tuviera cerca le pegaría un buen bufido.

Si hablo de algún libro, me dice que este blog es de lenguaje y que me desvío de lo que mis lectores vienen a buscar, si la entrada es corta opina que me estoy quedando sin inspiración, y si es larga dice que tampoco tienen ustedes todo el día para estar leyéndome, que qué me creo.

Otras veces me envía enlaces a artículos que hablan de lenguaje y me dice que se me han escapado y que me centre. Si Pedro Sánchez dedica su discurso a abundar con el «a día de hoy», exige que diga algo y si Rajoy se traba con sus alcaldes y sus vecinos, otro tanto.

Solo tengo un fan o un seguidor criticón, pero, ay, cómo compadezco a los famosos.