«Y dime una cosa: ¿en casa habláis alemán o hebreo? No me puedo imaginar que en una lengua distinta a la materna pueda uno mostrarse como realmente es. Porque uno está orgánicamente imbricado con el idioma, que más que cualquier otra cosa es expresión de la personalidad, lo mismo que es, más que cualquier otra cosa, la clave para acceder a un pueblo y su cultura. Por supuesto, las palabras y la gramática se pueden aprender, pero lo que está en torno a las palabras, dentro y detrás de las mismas, jamás. Con otro idioma, ¿no tendría uno que volverse otra persona?»

Angelika Schrobsdorff: Tú no eres como otras madres