François de Salignac de la Mothe escribió en 1714, en una Carta escrita a la Academia francesa sobre la elocuencia, la poesía, la historia, etc. lo siguiente:
«Tengo entendido que los Ingleses no desdeñan ninguna voz que les acomoda, tomándola de cualquiera país vecino en que la hallan. Estas usurpaciones son permitidas, y en ese género todo se hace común por el uso, pues como las palabras no son más que unos sonidos destinados, a nuestro arbitrio, para signos de los pensamientos, no tienen en sí valor alguno, y pertenecen tanto al que las ha tomado como al que las ha dado prestadas. ¿Qué importa que una voz haya nacido en nuestro país o que nos haya venido del extranjero? Los celos en esta parte serían pueriles, pues no se trata más que del modo de herir el aire y mover los labios».
Cuando no les guste un término nuevo, recuerden primero esta opinión. Aunque sea inglés o francés o portugués, piensen ¿tenemos una palabra propia?, ¿no?, ¿nos viene bien? Pues en tal caso, a la saca. Total, solo se trata de un «modo de herir el aire y mover los labios.»
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