«Ahora M. me ve escribir y me pregunta, también sin levantar la voz, por no distraer a las tres hilanderas:

-¿Estás con el diario?

Sabe que la intimidad de una vida próxima es casi intraducible a la prosa cotidiana. Muchas veces hemos hablado de ello. ¿Puedes verme tras esa máscara que me haces llevar en el diario?, inquiere resignada. Las personas, al convertirse en personajes, pierden mucho, dice para sí misma. Y me recuerda que persona en latín significa máscara, per sonare, la voz que retumbaba tras la careta. Ah, piensa uno melancólico, si pudiera devolver a estos entes su preciosa condición de realidad y hacerles hablar con su exacta inteligencia, con su mismo sentido, lejos de la ficción. Y yo ni siquiera necesito responder su pregunta, porque después de tantos años uno aprende a oír las respuestas en los silencios.»

Andrés Trapiello: El fanal hialino