Cuando uno aprende un idioma extranjero va almacenando un conocimiento pasivo que es mucho más amplio que el conocimiento activo, es decir, entendemos mucho más de lo que somos capaces de hablar. Es lógico que así sea pues podemos comprender un párrafo aunque en el mismo haya alguna palabra que desconozcamos, pero nunca podremos hacer lo contrario, utilizar un término cuyo significado ignoramos.
Sucede otro tanto, aunque en mucha menor medida, con nuestro propio idioma. Algunas de las palabras que conocemos las sabemos porque nos las transmitieron nuestros padres aunque puede ser que ya no se utilicen, como por ejemplo, asperón, fulastre, fresquera… Hay también un buen corpus de palabras que podríamos decir a qué campo semántico pertenecen pero nada más, por ejemplo, podemos saber que cretona es un tipo de tela pero no saber para qué se utiliza en particular, cuál es su apariencia, etc. Otro caso podrían ser las palabras que conocemos a través de los medios de comunicación, como off shore o benchmarking… que no sabríamos emplear adecuadamente, aunque por el contexto en el que se utilizan sabemos más o menos lo que significan.
Comentarios