El investigador Javier López Facal cuando le preguntaron si usar una palabra no recogida en el Diccionario de la lengua española era incorrecto respondió lo siguiente:
«Si alguien va por el campo, ve una hierba, consulta un libro de botánica y no viene, no se le ocurre decir que esa hierba no existe, sino que esa hierba no está en su libro de botánica. Nadie puede decir a un hispanoparlante «esta palabra no existe». Se puede decir que no está en el diccionario… pero la culpa no la tengo yo por usar la palabra sino el diccionario por no reflejar bien el léxico. Mucha gente cree que el diccionario de la RAE es como los mandamientos de la ley y que si los incumples vas al infierno».*
Este criterio me recuerda a los hablantes de euskera zaharra (o euskera viejo) que siendo los que tenían al euskera como lengua materna pensaban que lo hablaban mal, frente a ese euskera batua o normalizado que surgió en los últimos años de la dictadura. ¿Cómo podrían ser ellos los que hablaban mal si los demás estábamos aprendiendo un idioma unificado a partir del que ellos hablaban?
Recordar a los hablantes que son ellos los que hacen la lengua no está mal de vez en cuando. Ustedes creen palabras, si son buenas, tengan por seguro que terminarán en el diccionario.
*»La Real Academia sigue haciendo un diccionario arcaico, como del siglo XVIII», entrevista a Javier López Facal en El País del 4 de marzo de 2011.
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