Se puso a jugar con Marcos. Se tiró al suelo y desde su altura vio la vida con otros ojos, echó mano de su imaginación e inventó un mundo en el que las cosas podían volar, desaparecer y volver a aparecer con solo nombrarlas.
Marcos, cierra los ojos. Ábrelos. ¿Ves? El coche ha desaparecido. A ver, ahora vuélvelos a cerrar y vuélvelos a abrir. Voy a hacer magia. ¡Cha, chan! Aquí está el coche. Y Marcos abre los ojos como platos, le mira maravillado y exclama, ¡hala, magia!
Y con ese deseo tan humano de repetir lo que nos ha hecho felices, Marcos pide ¡más! Vale, ahora vamos a hacerle magia a tu hermana. Dile que cierre los ojos porque va a desaparecer este cuento. El cuento desaparece y vuelve a aparecer, ¡magia! pero Marcos que esta vez tenía los ojos abiertos, dice muy serio, nooooo, eso no ha sido magia, solo lo has escondido.
¡Glup! Qué perra vida esta, Marcos está creciendo.
Comentarios
¡Qué bonito! Quizás por estas cosas vale la pena volver a la niñez de vez en cuando. Le atribuyen a Picasso esta frase (no sé hasta qué punto será verídica). «Pintar como los artistas del Renacimiento me llevó unos años; pintar como los niños, toda la vida.»
Es maravilloso tener un niño cerca para poder ver el mundo con sus ojos.
Gracias, Josean.