Se puso a jugar con Marcos. Se tiró al suelo y desde su altura vio la vida con otros ojos, echó mano de su imaginación e inventó un mundo en el que las cosas podían volar, desaparecer y volver a aparecer con solo nombrarlas.

Marcos, cierra los ojos. Ábrelos. ¿Ves? El coche ha desaparecido. A ver, ahora vuélvelos a cerrar y vuélvelos a abrir. Voy a hacer magia. ¡Cha, chan! Aquí está el coche. Y Marcos abre los ojos como platos, le mira maravillado y exclama, ¡hala, magia!

Y con ese deseo tan humano de repetir lo que nos ha hecho felices, Marcos pide ¡más! Vale, ahora vamos a hacerle magia a tu hermana. Dile que cierre los ojos porque va a desaparecer este cuento. El cuento desaparece y vuelve a aparecer, ¡magia! pero Marcos que esta vez tenía los ojos abiertos, dice muy serio, nooooo, eso no ha sido magia, solo lo has escondido.

¡Glup! Qué perra vida esta, Marcos está creciendo.