Hay gente que te cuenta su vida antes de darte los buenos días. Entras en una zapatería a comprar unos cordones para las zapatillas y el dueño, que en ese preciso momento atiende una llamada por el móvil, te pone al tanto en seguida. Disculpe, es que era importante, me estaban ofreciendo 30.000 € por el local, y no quería perder la ocasión, 30.000 €, ya lo creo que lo vendo, si estoy deseando jubilarme… Acabo de estar en Alicante con el Imserso y era el más joven.
Es un hombre alto y bien plantado al que no termino de situar en el Imserso, pero a una cada vez le parece más joven todo el mundo. Llevo trabajando 45 años y mi mujer otros tantos. ¿Qué le parece? Yo asiento con la cabeza empáticamente y murmuro, ya está bien, sí. Mi mujer trabaja en Osakidetza, que tuvo oportunidad de trabajar en el Banco Hispano Americano y en el Ayuntamiento, pero su madre le dijo, hija vete a la Seguridad Social que eso es lo más seguro (claro, si es que lo lleva en el nombre, pienso yo), y allí está, que le gusta el trabajo, a ver, no es que no, pero que es que ya estamos cansados, ya nos toca disfrutar, ¿no le parece? Sí, sí, por supuesto. Yo solo quiero… Pero él continúa su monólogo con oyente. Si es que los hijos ya están a su vida y nosotros, pues ¿qué? Pues a disfrutar, eso es lo que tenemos que hacer, que luego te mueres y se te ha pasado la vida sin hacer otra cosa que trabajar…
Y yo, que solo quería unos cordones blancos para las zapatillas, me llevé unos demasiado cortos y otros, estos me los regaló el señor, demasiado largos. Ninguno de los dos me vale, pero es que ya se estaba haciendo tarde.
Comentarios
La bida misma!
¡Ay Gemma! ¡Qué horror! la b y la v tan cerquita, ! !Si me ven las monjas! O cualquiera…GRABADO PARA SIEMPRE y en un blog de lenguaje.
En fin la vida misma.Ahora no salgo de casa.
¡La vida misma!
Ja, ja, ja, ha estado muy divertido, Eli. Y sal de casa, seguro que las monjas no se enteran 😉