La mayoría de los hablantes tenemos como lengua materna una lengua natural como el español, el inglés o el francés, pero existen unas 10.000 personas cuya lengua materna es una lengua artificial como, por ejemplo, el esperanto.

Una lengua artificial es una lengua creada por una o varias personas de forma deliberada y planificada. Las primeras lenguas artificiales son las conocidas como sistemas a priori, es decir, sistemas de comunicación que aspiran a erradicar las imperfecciones de las lenguas naturales. Estas lenguas perfectas proliferaron en el siglo XVII para que científicos y filósofos de diferentes nacionalidades pudieran entenderse.

El segundo gran momento de las lenguas artificiales se sitúa a finales del siglo XIX, principios del XX. En este periodo surgen las lenguas auxiliares internacionales, lenguas que aspiran a ser sistemas de comunicación entre distintos idiomas. Se procura que sean lenguas sencillas para que cualquier hablante sea capaz de dominarlas con poca instrucción. Entre estas lenguas, el esperanto fue la que consiguió una difusión más duradera. Esto hizo que la cantidad de lenguas artificiales creciera de una manera desmedida, lo que llevó a una situación paradójica: en vez de reducirse las lenguas, prácticamente se duplicó su número, ahora existían las naturales y además las artificiales.

Surgieron también las disensiones, el esperanto, fruto de las diferencias entre sus hablantes, dio lugar a diversas variedades, lo que supuso un retroceso general de las lenguas artificiales. Y con este panorama como escenario, el inglés fue poco a poco generalizándose como lengua internacional y asestó la puñalada definitiva a las lenguas artificiales.

Actualmente hay otro tipo de lenguas artificiales, son las creadas por escritores literarios como el kenya creado por Tolkien en El Señor de los Anillos o el klindom de la serie Star Trek y en estos momentos la más famosa de todas, el dothraki, la lengua creada por George R. R. Martín para la novela y después serie Juego de Tronos.