Marcos tiene una familia en Donosti y otra en Valladolid, de manera que a menudo parte a la ciudad del Pisuerga para pasar unos días allí. Y cuando está próximo a marcharse, como ahora, nos despedimos de él y le decimos que qué pena que no le vamos a ver en unos días y que le vamos a echar mucho de menos. Y él, tres años y medio, nos responde, con una de esas mezclas geniales que hacen los niños en las que, sorprendentemente, consiguen aunar la frase hecha con una creación que resulta mejor que el original. «No te pongas triste porque yo también te voy a querer de menos», nos dice Marcos.
¿Qué es eso de «echar de menos»?, debe de pensar él. Está claro que tiene que ver con el cariño porque se lo decimos cuando se va y ponemos tono compungido, así que él en una creación mundial nos dice: «yo también te voy a querer de menos», es decir nos va a querer cuando no estemos. Y a nosotros se nos desmadeja el cuerpo todo, se nos hacen los ojos chiribitas y quisiéramos guardar ese instante congelado en el tiempo, grabado en un Youtube mental del que pudiéramos echar mano la semana que viene, dentro de un par de meses y al cabo de unos años, porque será una escena que tendrá siempre el poder de anidar la ternura en algún recoveco de nuestro corazón.
Comentarios
Baina ze ondo idazten dezun, Gema!!! Hori da eraztasuna sentimenduak eta dotorezia adierazteko.
Orain bai geratu naiz hitzik gabe… Eskerrik asko, Marian!
Precioso relato. Muy bien expuesta la inagotable capacidad de los niños para regar nuestra ternura sin ni siquiera proponérselo.