El quechua es un idioma fascinante que está profundamente conectado con la historia y la cultura de la civilización inca, el imperio más grande de Sudamérica en el periodo precolonial. Ha sido un idioma solo hablado, sin escritura, salvo algunos periodos tras la conquista española y, como consecuencia, hoy hay varios estándares diferentes de ortografía. A pesar de ello, el quechua es idioma oficial en Perú, junto con el aymara y el español; en Bolivia, junto con otras 26 lenguas nativas; y en Ecuador es idioma semioficial desde 2009.

El hecho de que una lengua no se escriba es una gran desventaja, pues sus variedades, al no tener una norma escrita, se van distanciando hasta el punto de que si hoy nos preguntáramos si el quechua es un solo idioma, la respuesta sería que no, que más bien podría ser considerado un grupo de dialectos estrechamente relacionados. Si existiera una lengua estándar escrita con una gran aceptación y uso, entonces se podría hablar de un solo idioma debido a esa fuerza unificadora, pero esa lengua estándar de momento no existe.

Como suele pasar cuando un idioma convive con otro que tiene más hablantes y cuenta con más medios (el español, en este caso), el quechua se convirtió en un idioma reducido al ámbito familiar y/o local, mientras el español era el idioma de la educación y de los medios de comunicación. Además, con el traslado masivo de gente del campo a la ciudad, se pasó de hablar quechua a hablar español entendiendo que este último era el idioma de prestigio, el que ofrecía una oportunidad económica a través de un trabajo en la ciudad.

El declive del quechua es una pena y su pérdida sería una cosa muy triste. Tal vez la llave para preservar este idioma sea en primer lugar la existencia de una lengua estándar escrita con una gran aceptación, una escolaridad bilingüe y una política sociolingüística que erradicara el analfabetismo del quechua.