Es difícil encontrar algún descendiente directo del latín mas, maris, ‘macho, varón’, pero abundan los indirectos a través de alguno de sus derivados latinos. Por ejemplo, el diminutivo masculus ha dado por la vía coloquial el término macho con toda su parentela -desde el machismo hasta los machotes– y, por la vía culta, palabras como masculino o emascular. Y es que hay términos, como ya hemos visto otras veces, que dan mucho de sí.
El latín maritus formó el castellano marido y además se utilizó para formar el verbo maridare (casarse). Esta identificación del matrimonio con el marido nos suena extraña a quienes hablamos un idioma que ha asociado tradicionalmente el matrimonio, como su propio nombre indica, con la madre, pero se conserva todavía en muchos otros idiomas europeos, como demuestran el verbo francés marier y el inglés to marry, en todo equivalentes al latín maridare. O como prueba asimismo el nombre que las bodas reciben en inglés, marriage; en catalán, maridaje; en italiano maritagio; y en francés, maridaje.
Curioso también que el término maridaje en español se utilice sobre todo para referirse a la unión entre los alimentos y el vino.
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