Ustedes pensarán que esto del lenguaje no da un euro y están en lo cierto, pero siempre hay gente, digamos espabilada o con pocos escrúpulos, que consigue sacar agua de una piedra. Una de estas personas es Frank Luntz, consultor y analista político que, según él mismo, se dedica a «testar y analizar el lenguaje con el fin de encontrar las palabras adecuadas que ayuden a mis clientes a vender sus productos o a incidir en la opinión pública inclinándola a favor de un candidato o un proyecto político». Resulta un poco escandaloso pensar que uno pueda utilizar el lenguaje lo mismo para vender tomates que para manipular la opinión pública, pero ya ven, así va la cosa.
Frank Luntz, que es además asesor de la cadena Fox y autor de una suerte de guías de estilo para los republicanos, recomienda no utilizar la palabra «capitalismo» y en su lugar usar «sistema de libre mercado». He aquí su razonamiento: «Lingüísticamente, el primer concepto que las corporaciones norteamericanas deberían dejar de utilizar es «capitalismo». Si te diriges a los grandes ganadores de Wall Street, esa palabra tiene un encanto atractivo y positivo (…). Pero para decenas de millones de americanos que se identifican o personifican ellos mismos con los perdedores económicos de la sociedad, «sistema de libre mercado» tiene connotaciones mucho menos duras y es mucho más accesible».
Ofensivo, burdo y vendehúmos son los adjetivos que se me ocurren para calificar ese párrafo. Pueden ustedes añadir cuantos les plazca.
Comentarios
Eso pasa en todos los órdenes de la vida Gema. Recuerdo que en mi etapa del puerto los arrantzales franceses utilizaban la denominación de «redes pelágicas» que no son otra cosa que redes de pesca de gran extensión, sujetadas en ambos extremos por barcos que las van moviendo a velocidades diferentes según circunstancias. Pero como oficialmente los arrantzales de esta parte de la muga se oponían a este sistema de redes, cuando ellos las utilizaban-que era siempre- las llamaban «redes de gran apertura vertical». como se suele decir ¡es la vida!