En Papúa Nueva Guinea, con una población de unos siete millones y medio de habitantes, se hablan 820 lenguas. ¿Cómo es esto posible?, se preguntarán ustedes, pues bien, una de las razones es la orografía del país, el hecho de que sea un territorio lleno de montañas y valles donde la gran mayoría de la población vive en áreas rurales con muy difícil comunicación entre sí.

Y, ojo, cuando decimos lenguas no queremos decir dialectos, versiones más o menos alejadas de la misma lengua, sino lenguas tan distintas que no se entienden entre sí. Existen varias familias de lenguas entre ellas y también hay otras de las que no se conoce relación alguna con ninguna otra lengua del mundo, vamos que es algo así como si hubiera una docena de euskeras.

¿Cómo funciona un país con esa abundancia lingüística? No tiene que ser fácil pero de todas estas lenguas, (solo) tres son oficiales: el inglés (of course), el tok pisin y el hiri motu. La más extendida de ellas es la llamada tok pisin, que es una especie de inglés criollo que se desarrolló durante el periodo colonial. Este idioma es el utilizado como lingua franca del país, lo que es muy importante en un estado con tantas lenguas.

Es curioso que estando el español en su nombre, junto con el malayo «papuah», que significa rizado en alusión al pelo de sus habitantes, no se conserve esta lengua en un país que es un auténtico laboratorio para los lingüistas.