El lenguaje nos ofrece palabras con significados muy próximos pero que tienen un matiz distinto, un sutil aspecto que los diferencia y que nos permite expresar realidades diferentes. Ironía no es lo mismo que sarcasmo y sarcasmo no es lo mismo que cinismo. Ser irónico no es ser ingenioso aunque, sin duda, algo de ingenio hay que tener para poder expresar ironía. En la cita que copio a continuación se explica muy bien la sutileza de la que, en ocasiones, hace gala el lenguaje.
«Más adelante, cuando creí ser más sabio, intenté definir lo que era la ironía y descubrí que un antiguo tratadista en poesía había escrito «Ironía, a la cual llamamos burla seca» y no se me ocurrió mejor expresión para ella: burla seca. No sarcasmo, que es como el vinagre; ni cinismo, que a menudo es la voz del idealismo desengañado, sino la delicada proyección de una luz clara y fría sobre la vida y que, por tanto, la enriquece. El irónico no es amargo, no pretende rebajar lo que le parece valioso o serio; se burla de la expresión barata del chistoso. Por decirlo de otra manera, permanece un poco al margen, observa y habla con una moderación que a veces adorna con un destello de medida exageración. Habla desde una cierta profundidad y, por lo tanto, no se le debe confundir con el ingenioso, que casi nunca pasa de la superficie de las palabras. El ingenioso pretende ser divertido; el irónico es divertido a su pesar.
El irónico nace, pero no aparece sin la práctica; como un buen intérprete de violín, debe practicar a diario. Cuando conocí a Dwyer, pensé que yo estaba dotado para la ironía pero me faltaba práctica y, como un principiante de violín, era probable que mis gañidos y chirridos resultaran insoportables para quienes me escuchaban.»
Robertson Davies: Un hombre astuto
Comentarios
No sé Gema si mañana me acordaré de la diferencia que hay entre cinismo, sarcasmo e ironía, me temo que no.
😉
Y te quedas tan ancha!!
¿No debería ;)?