Los romanos llamaban calcaneum al talón a partir del verbo calcare (‘pisar’), término que evolucionó a calcáneo y que da nombre al mayor de los huesos del tarso. Esta raíz está presente en calceus, que es el nombre que se daba a la prenda de vestir que se ajustaba al pie y que, teniendo en cuenta que los romanos no usaban calcetines, era el zapato; de aquella raíz proceden calzado, calzar, calzador, descalzar y descalzo. Pero no acaba ahí la historia de este término.
Cuando los romanos copiaron de los pueblos germánicos la costumbre de usar medias, las denominaron con un derivado de calceus: caldea, para nosotros ‘calzas’. Esta prenda con el tiempo fue aumentando su tamaño hasta cubrir de los pies a la cintura, hasta que en el siglo XVI la moda quiso que esta prenda se dividiera en dos partes. La superior conservó el nombre de calzas o calzones, de donde hoy, menguado su tamaño, es lo que conocemos por calzoncillos. La parte inferior se llamó calcetas o medias calzas y de ahí proceden dos palabras actuales: los calcetines y las medias.
Esto es lo que llamo un término fértil o una familia numerosa.
Comentarios
Hola, Gemma, sigo tu blog porque me gustan mucho tus reflexiones sobre el lenguaje.
En este último post creo que el corrector ortográfico te ha jugado una pasada cuando escribes calcáreo queriendo seguramente decir calcáneo, que es el nombre de ese hueso del pie. Como curiosidad, te diré que en Asturias, donde los orígenes latinos se perciben con mucha claridad, al talón o a esa parte del pie se le llama «calcañu».
Hola Miguel, tienes razón, ya está corregido, muchas gracias por decírmelo. Lo cierto es que tenía mucha información etimológica para este post y, como me parece importante que sea breve, le di unas cuantas vueltas borrando, cambiando… en fin, que al final ya fue de esas ocasiones en que por mucho que miras, ya no ves.
¡Qué buena la información que aportas del asturiano! Es una gozada el lenguaje, ¿verdad?
Un saludo.