En otros posts he hablado de las bibliotecas, de cuánto me gustan, de lo bien que me siento en ellas. Esta cita que les traigo hoy me ha llamado la atención por la imagen que evoca con ese «murmullo de folios, teclados, pulmones y bolígrafos» tan ajustada, tan cierta. En el silencio de la biblioteca se escuchan esos murmullos, un teclado, unos papeles, unos suspiros exasperados que te dicen que el examen está a la vuelta de la esquina y no da tiempo con tanta materia. Y sí también está ese inquietante por qué sigue habiendo bibliotecas si existe Google. Probablemente porque aparte de buscar un libro, los humanos nos buscamos mutuamente, como seres irremediablemente sociales que somos. Incluso los tipos extraños y asociales que se ven en la biblioteca van allí a aislarse de otros humanos. Aislados pero cerca. Por si acaso.
“Te habrás preguntado alguna vez por qué sigue habiendo bibliotecas si existes tú*. Algunos estudiantes no tienen todavía un cuarto, una mesa y conexión. Muchas personas entran para tomar y devolver libros prestados. ¿Qué buscan los demás en una biblioteca que no necesitan? Simultaneidad. Un murmullo de folios, teclados, pulmones y bolígrafos. Oír los pasos sobre la hierba de las mentes que leen, ver los haces de luz. Asistir desde su puesto a mudas tormentas ya no tan individuales. Oigo, dijo un poeta, el sueño de viejos compañeros. Hablaba de insomnio, que es otra biblioteca. Desde hace tres años Mateo va a una biblioteca. Es allí donde conoce a Olga.”
* Con ese «tú» se refiere a Google
Belén Gopegui: Quédate este día y esta noche conmigo
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