Con bastante frecuencia las lenguas son manipuladas y utilizadas como un elemento más de poder. De hecho y por contradictorio que parezca, una lengua puede ser enarbolada para aniquilar otra. Jesús Tusón* lo explica muy bien en esta cita: «Pocos ámbitos se prestan tanto a la ignorancia fanática como el mundo de las lenguas (y, especialmente, el de la nuestra opuesta a las demás). Me atrevería a decir que los hablantes tenemos a veces una cierta tendencia hacia la xenofobia lingüística, explicable por el miedo y la desconfianza que sentimos por todo lo que nos resulta desconocido».
La lingüística estructural puso de relieve algo considerado desde entonces incuestionable, que todas las lenguas son iguales y que no tenía sentido hablar de lenguas buenas y lenguas malas. Hay, en este sentido, prejuicios casi inocentes: se habla de lenguas musicales o dulces y de lenguas ásperas y duras; unas son claras y las otras oscuras; hay lenguas fáciles y lenguas difíciles. Está claro que tales adjetivaciones implican juicios de valor que se emiten desde la propia lengua (que es, por supuesto, dulce, clara y fácil) constituida en prejuicio.
Cada lengua es para el hablante la herramienta con la que puede expresar todo lo que desea y es para el grupo social el elemento cohesionador de la vida en común. Cualquier lengua cumple con estas dos funciones: la del país más avanzado y la de las últimas tribus aborígenes del Amazonas. No hay por lo tanto, una lengua superior a otra, ni una lengua mejor que otra. Puede haber lenguas menos preparadas para la expresión científica, lo que no significa que no cuenten con los recursos necesarios para hacerlo, sino que han atravesado una situación en la que o ese pueblo no ha experimentado avances científicos o se han hecho en otra lengua. Así que inundemos nuestro corazón del espíritu navideño y miremos a todas las lenguas con los mismos ojos. Feliz Navidad.
* El lujo del lenguaje
Comentarios
El problema no está en las lenguas. Como pasa siempre el problema está en lo que se hace con ellas. Más allá del enorme afecto que se siente por la lengua de la niñez, a la larga, el futuro de una lengua irá en relación directa al valor que una sociedad determinada le conceda, y esto cambia con el tiempo. ¡Mis mejores deseos Gema!
Como que lo has dicho mejor y con menos palabras. ¡Quedas contratado!
Muchas gracias, Antonio.