Paseo la vista por la estantería de los diccionarios en la biblioteca y me asombro de sus títulos. Además de los diccionarios habituales, los de la Academia de la Lengua, el de Manuel Seco, el de María Moliner, hay todo un surtido de diccionarios. Está el Diccionario de Dudas y Dificultades, el Diccionario de Americanismos y el Diccionario Urgente, ¿no deberían todos ser urgentes? Hay un Diccionario Ideológico y otro de Ideas Afines. Veo un tocho bien gordo que se titula El gran libro de los insultos y otro de apariencia discreta que se llama Diccionario de Expresiones Extranjeras. El Diccionario Combinatorio del Uso de las Preposiciones tiene pinta de aburrido y el Diccionario de Atentados contra el Idioma Español promete anécdotas y sucedidos para contar en una sobremesa.

Sigo recorriendo estanterías y mi vista se detiene en un título curioso: Diccionario Inverso de la Lengua Española. Junto a él se apoya uno que habrá que consultar allá por el 1 de Noviembre, el Diccionario Fantasma de la Lengua Española. Hay un Diccionario de la Injuria  y un curiosísimo Diccionario de Clichés.

Pero el más sugerente, sin duda, es el Diccionario de las Palabras Olvidadas, en el que están recogidas todas aquellas palabras que ya no serán olvidadas, pues al encontrar acomodo en las hojas de este libro se han hecho un lugar en la memoria y viven juntas en unas páginas que las guardan como si fueran las luciérnagas de un bosque en extinción.