Mi hijo empezó a trabajar en una empresa que contrataba enfermos mentales. Se trataba de uno de esos talleres que monta aquí la gente. Sí, sé que suena como si fuera algo que se hace cada dos por tres, pero es que en esto tengo una opinión muy elevada del carácter emprendedor de los vascos. Una familia con un hijo enfermo mental para el que no encuentra acomodo laboral tropieza con otra familia en la misma situación y se proponen crear un taller que dé trabajo a sus hijos. Poco a poco van poniendo el taller en marcha, recaban ayuda de las instituciones y ven con alegría que pueden dar trabajo a más gente.
Cuando conocí este proyecto trabajaban en él 34 personas, todas enfermos mentales con diversas patologías pero con un objetivo común: conseguir que estén ocupados, que tengan un sueldo, que se relacionen y salgan de casa. Trataban de acomodar el trabajo a la necesidad de cada uno, algunos preferían trabajar al aire libre, otros realizar tareas repetitivas… Cada hora paraban cinco minutos para descansar y no estaban mal pagados.
Esta empresa se dedicaba a las más diversas y variopintas tareas: destrucción de documentos confidenciales, fabricación de urnas de las que se utilizan para depositar cenizas, limpieza de panteones en el cementerio, reciclar baterías coche… Llegué a ellos gracias a una trabajadora social. Me reuní un par de veces con el «jefe» y le llamé otras tantas. Conseguí que se entrevistara con mi hijo y que al final se apiadara de mí. «Si tienes este trabajo es gracias a tu madre», le dijo a J, cuando lo que yo creo que quería decir es «gracias a la pesada de tu madre».
Lástima que mi hijo solo durara un par de semanas en él. Menos tiempo del que me costó a mí conseguirlo.
Comentarios
Silencio
¿Se rueda? 😉
Cuando uno es consciente de que habrá mejores opiniones y más fundadas que las propias, lo mejor es el silencio que no indiferencia o apatía
Sí, lo sé, la indiferencia o apatía no te hubiesen conducido a escribir nada, simplemente hubieses pasado a otra página. Yo a veces necesito introducir un poco de humor, de distancia, de «bueno, parece muy duro pero hay que intentarlo todo» y mientras lo intento conservo la esperanza.
Sí, y por lo que expresas la «esperanza de la acción» y no la «esperanza pasiva»
Sí, soy muy dada a actuar, con todo lo que eso supone, que unas veces es para bien y otras no, pero mi naturaleza me lleva a «hacer algo» y no a quedarme esperando a que las cosas se hagan solas. Creo que no me llevaría bien con Mariano Rajoy ;).
Bravo por una madre empecinada en que la vida de su hijo mejore. Sois las que conseguís que el mundo sea mejor para vuestros hijos y para cualquiera que os rodee.
Muchas gracias, Maite. Al menos por intentarlo que no quede…