Estaríamos más de cien mujeres y unos pocos hombres en la destartalada sala del colegio. Es un curso de política internacional que se imparte una vez por semana. El profesor, un hombre, ha elegido como tema de esta semana «La situación de la mujer en el mundo actual». Habla de la campaña de denuncias que se desató en Hollywood, enumera actrices, menciona a Kevin Spacey y a Weinstein. Es curioso que un hombre nos hable a tantas mujeres del acoso sexual. Veo a muchas mujeres que dirigen la mirada al suelo en un momento de regreso hacia algún recuerdo inevitable. Sí, eso está mal, dice, pero ¿qué sentido tiene sacar a relucir cosas que pasaron hace 20 años?

Estoy a punto de darle razón. Ya son ganas de amargar la vida a estos hombres que se están quedando sin carrera. Que por qué las mujeres no se resistieron más, por qué no adivinaron que la cena iba a acabar como acabó, por qué no se callaron, por qué todavía a estas alturas hablan, cuentan, explican.

Es curioso que este profesor reconocido y con tantos conocimientos minimice el tema del acoso sexual, es increíble que lo haga ante una audiencia formada por un 90% de mujeres y lo que es todavía más curioso es que afirme que este tema ya no es una cuestión de feminismo o de discriminación de la mujer, sino una cuestión de derechos humanos.

Pero, quizás, lo más triste es que ninguna dijimos nada.