La convulsa historia de Europa ha propiciado la fragmentación y distribución caprichosa de las lenguas. Las sucesivas victorias y derrotas, los tratados, las alianzas y los pactos dibujaron fronteras ajenas a los pueblos y también a las lenguas. Por eso muchas regiones europeas viven hoy en día en el bilingüismo, pues el monolingüismo de su región e incluso país, no es suficiente para una comunicación completa.
Circunstancias históricas han abocado a los hablantes de más de cincuenta lenguas europeas a ser bilingües. El lombardo, el napolitano, el siciliano, el piamontés, el ligur, el sardo… son lenguas millonarias en hablantes que, sin embargo, necesitan al italiano para completar sus necesidades comunicativas. Otro tanto sucede con el checheno, el osetio del norte, el cabardiano y el lezguio, pues sus hablantes necesitan al ruso para poder comunicarse adecuadamente en las distintas esferas de su vida.
¿Cómo vivirían los hablantes de escocés, irlandés y galés si no supieran inglés, lengua que supone más de la mitad de sus necesidades comunicativas? Otro tanto pasa con los hablantes de frisón, pues no les queda más remedio que saber holandés.
Curiosamente, el mapa del mundo de las lenguas sería cien veces más polícromo que el político y tan difícil de colorear que todavía no lo ha conseguido nadie.
Comentarios
No sé si sabes Gemma que en el norte de Cáceres, también, hay un habla propia al que llaman «la fala». Son unos tres pueblos alrededor de San Martín de Trevejo. El cartel de bienvenida que te da entrada al pueblo está en bilingüe, así como la rotulación de las calles. Debe de ser una mezcla de gallego y astur leonés. Efectivamente, colorear la diversidad lingüística en Europa debe de ser asaz complicado. Me imagino que en el resto del mundo ocurrirá igual.
No, no sabía de ese habla propia… qué curioso ese vestigio gallego y astur-leonés tan lejos… Muy interesante.
Gracias, Antonio.