Es muy interesante el empleo de los diferentes idiomas en aquellos territorios en los que se habla más de uno. Cómo se especializan en el área familiar o en la social, cómo unos son la lengua vehicular, mientras otros son conocidos solo por una parte de la población… Y cómo esta situación se refleja una y otra vez en la literatura. He aquí una cita literaria de este tenor, esta vez describe la situación lingüística de Burundi.

«Ni Donatien ni yo hablábamos bien kirundi, sobre todo no el kirundi complicado y poético de las colinas, ese en el que las palabras en suajili y francés no bastan para llenar las lagunas de la lengua. En realidad, yo nunca había aprendido a hablar kirundi, porque en Buja todo el mundo hablaba francés. Por su parte, Donatien era un zaireño de Kivu y los zaireños de Kivu a menudo no hablan más que suajili y el correcto francés de la Sorbona.

Pero allí era otra historia. En el interior del país no puede hablarse con gente como la abuela de los gemelos, porque su kirundi contiene demasiadas sutilezas, referencias a proverbios inmemoriales y expresiones que datan de la Edad de Piedra. Ni Donatien ni yo estábamos a la altura. La vieja, aun así, intentaba explicarnos dónde podíamos encontrar al nuevo propietario de la bicicleta. Como no entendíamos ni una maldita palabra, volvimos al coche con Godefroy y Baltazhar, los famosos primos cortadores de pitos, en busca de Innocent, que debía hacer las veces de traductor.»

 

Gaël Faye: Pequeño País