Antes de llegar a si el lenguaje es machista o no, hablemos de género, que no de sexo. El género masculino se asocia a las palabras terminadas en -o y en -e, y el género femenino a las terminadas en  -a. Esto se ve muy bien en la asignación de género a los países o ciudades: Bolivia es muy bonita, pero Chicago es grandioso. También hay sustantivos comunes a ambos géneros: pediatra, atleta, cantante… que serían marcados por el artículo: el pediatra o la pediatra.

Los nombres pueden tener masculino y femenino morfológico, o masculino y femenino léxico. Los morfológicos cambian bien una -o, bien una -e por una -a: médico, médica, presidente, presidenta… Los léxicos son los que cambian una palabra por otra: caballo, yegua; toro, vaca; yerno, nuera; padre, madre; hombre, mujer.

Hay también sustantivos que no varían su forma para el masculino o femenino y se llaman epicenos: una serpiente, un cuervo, una criatura, un bebé.

Los nombres inanimados, por su parte, llevan el género según su terminación: si acaba en -o se consideran masculinos y si en -a, femeninos: el sol, la luna, la mesa, el carro, el coche, la bicicleta… aunque en muchas ocasiones la adjudicación de género es totalmente arbitraria: el programa, el cante, la tarde, el mapa, la tapa, el pase, la fase. No es fácil encontrar una norma para entender la adjudicación de género. En algunas ocasiones, el género cambia el significado de la palabra. No significa lo mismo cuchillo que cuchilla, barco que barca, tormento que tormenta, pala que palo…

De manera que el tema del género no es sencillo y no está fácil la solución para que todos y todas nos sintamos representados en él. Coincido en que es un engorro y una mala solución duplicar las palabras, pero también pienso que es absurdo decir «todos» cuando en una clase hay 15 mujeres y un hombre. ¿Qué hacemos, entonces? ¿Contar estadísticamente y adjudicar el género de la mayoría? No, claro que no. En mi opinión podríamos ir echando mano de palabras que nos engloban a todos como «persona», «ciudadanía», «la sociedad», «el ser humano»…

Y ante la pregunta del millón ¿es machista el lenguaje? yo pienso que hay que dirigir la mirada a la sociedad, el lenguaje solo es un reflejo de la sociedad que lo habla, por eso, ahora que está cambiando la percepción de la sociedad ante el papel de la mujer, el lenguaje se resiente y nos dice que necesita otras palabras para designar otras realidades.

En cuanto a la sociedad, yo diría que es más apropiado decir que es patriarcal más que machista.